domingo, diciembre 05, 2010

ENSAYO : "LA GRINGA DEL CERRO CHILCO"

LA “GRINGA” DEL “CERRO CHILCO”



En un costado del kilómetro 654 de la carretera panamericana norte del Perú, existe un cerro llamado “Cerro Chilco” por los pobladores del cercano distrito de San Pedro de LLoc (km 660 panamericana norte).
Este cerro ha sido mudo testigo de numerosos, inexplicables y mortales accidentes nocturnos de tránsito ocurridos entre los años 1970 y 1990; la mayoría de los cuales han sido atribuidos por los escasos, balbuceantes y aterrados sobrevivientes, a una misteriosa y bellísima joven mujer de piel muy blanca y largos y ondulantes cabellos rubios; que de pronto, en plena noche sin luna, se aparecía coqueta y semidesnuda en medio de la carretera y mediante señas pedía una “jaladita” al siempre solitario chofer al volante de un vehículo aislado.
Estos infortunados choferes manejaban camiones cargueros de sur a norte y tenían a su ayudante dormitando entre la mercadería o en la tolva, es decir: se hallaban sin compañía humana en la cabina.
En estas circunstancias y cuando el vehículo era el único que pasaba por este fatídico “Cerro Chilco”, ocurría la inesperada aparición de esta fémina que con sus encantos resultaba irresistible para cualquier chofer y siempre lograba su propósito de parar el camión y subir al asiento del copiloto.
Instantes después, en forma inexplicable, el camión perdía el control, se volcaba o se estrellaba fuertemente contra el macabro “Cerro Chilco” y al llegar otros vehículos al lugar del siniestro y al bajar los ocupantes para brindar auxilio, hallaban como víctimas mortales al chofer, al ayudante o a ambos, casi siempre con abundante espuma en la boca y con expresión congelada de terror infinito.
Si alguno de ellos había sobrevivido, evidenciaba aparte de las graves heridas, un temblor imparable en todo el debilitado cuerpo, pérdida casi total del habla y un persistente e innecesario miedo intenso a pesar de estar ya a salvo.
Sin embargo nunca aparecía la misteriosa mujer, ni ilesa ni herida, es decir: siempre desaparecía del escenario del fatal accidente de tránsito.
Los pocos choferes sobrevivientes que contactaron con esta beldad nocturna, lograban narrar después de mucho tiempo de reposo y tratamientos de médicos y hasta de curanderos expertos en curar el mal de susto; que cuando esta supuesta persona se sentó junto a ellos, un frío intenso inundó la cabina, su voz sonaba grave y horrible a la vez que les exigía a gritos que siguieran el viaje hacia el norte con toda velocidad, mientras un profundo olor fétido contaminaba el aire y la bella mujer se convertía poco a poco en una horrenda y haraposa calavera humana.
Entonces los choferes recién se daban cuenta que estaban junto a un ser sobrenatural que no pertenecía a nuestro mundo, se llenaban de miedo, sentían flaquear sus fuerzas, perdían el control de sus cuerpos y del volante e inevitablemente se accidentaban mientras proferían un inmenso grito de terror acompañado de la carcajada siniestra de esta cruel alma en pena.
Como esta historia se repitió en varias ocasiones y casi sin variantes durante este par de décadas, los pobladores de San Pedro de LLoc bautizaron a este espíritu malvado como “La Gringa De Cerro CHilco”.
Faltaba poco para la llegada del año 1990 cuando ocurrió otro extraordinario evento sobrenatural de esta alma en pena, que tuvo una docena de testigos humanos y por única vez ninguna víctima mortal.
Resulta que un ebrio y mujeriego muchacho surfista manejaba sin compañía su auto mientras se dirigía a través de la carretera panamericana norte de Trujillo (km 500) hacia Pacasmayo (km 670), necesariamente pasó por el deshabitado “Cerro CHilco” justo en una madrugada nublada y sin otros vehículos a la vista, y como era de suponer se le apareció la “Gringa”, pero esta vez ella estaba elegantemente vestida en ese lugar arenoso y sin seres humanos establecidos.
Como no conocía los oscuros antecedentes ni el peligro al que exponía su vida en ese lugar, el surfista ni corto ni perezoso la hizo subir y sentarse a su lado, a la vez que le susurraba sus mejores piropos y le recitaba sus mejores poemas de amor.
La “Gringa” sonreía divertida y le rogaba en forma muy educada al muchacho que por favor la llevara hasta CHepén (km 720) porque quería llegar lo más rápido posible a su casa y conversar con su querida mamá; inexplicablemente no trató de provocar un paro cardiaco por susto al surfista ni tampoco que éste se mate mediante un accidente automovilístico; es decir la “Gringa” actuó por primera vez como si fuera una mujer terrenal.
El muchacho continuó el viaje con mayor velocidad y como había bebido bastante no le pareció anormal nada de lo que había ocurrido y siguió con sus galanteos hacia su monumental acompañante mientras se imaginaba haciéndola suya en su habitación cómplice de aventuras amorosas en el Malecón del Puerto de Pacasmayo.
Rápidamente pasaron por San Pedro de LLoc, por los caseríos Santa Lucía y El Hornito. Al llegar a los alrededores de Pacasmayo, muy cerca de la Fábrica de Cementos Pacasmayo, el surfista paró de sorpresa junto a una humilde choza apenas iluminada por una viejísima linterna a kerosene, donde un adolescente somnoliento luchaba por mantenerse despierto junto a una pequeña pizarra que ofrecía la preparación de platos al gusto del cliente; la intención del muchacho era la de retener y engatusar a su bella acompañante hasta seducirla y llevarla a su cercana habitación, sin importarle su pedido expreso de ser llevada hasta CHepén.
Como en Pacasmayo ningún restaurante atendía durante la madrugada , el surfista no tuvo más opción que parar en el único restaurante disponible en tal horario y continuar con su plan de seducción.
Rápidamente el surfista bajó del auto e invitó a cenar a la rubia que parecía pasmada, sin embargo como el lugar estaba semioscuro y casi vacío, la blanca fémina aceptó la invitación y bajó del auto.
La “Gringa” exigió sentarse en la mesa más oscura en el fondo de la precaria choza restaurante y no pidió ningún plato en especial.
El surfista pidió comida y bebida para ambos y siguió con sus galanteos hacia su bella acompañante.
Después de un rato, el adolescente que los atendió, notó a pesar de su sueño y de la oscuridad, que algo muy raro ocurría en dicha mesa: pues mientras el surfista agotaba su comida y su bebida, la rubia esbelta no había consumido nada a pesar de que se llevaba a la boca el tenedor y el vaso.
De pronto llegó un grupo bullicioso de camioneros que se carcajeaban y pedían abundante comida; pero apenas notaron la presencia de la blanquísima y bella mujer en el fondo de la choza, se acercaron hacia ella mientras le proferían palabras soeces a manera de piropos e ignoraban al enrojecido surfista que valientemente trató de hacerles frente.
En eso, el espíritu se desencajó horriblemente, tomó su habitual forma de calavera monstruosa, gruñó como una enorme y desconocida bestia salvaje, luego se convirtió en un fantasmal remolino que buscó una salida y escapó a través de un hueco ubicado en el techo de esteras de la choza; a la vez que un frío de ultratumba se apoderó del ambiente, un pestilente olor de tierra putrefacta surgió de la nada y un potentísimo alarido desgarrador surcó los aires y se escuchó a varios km a la redonda.
Todos los seres humanos allí presentes quedaron tremendamente afectados, el cuerpo les temblaba de terror, se pusieron de rodillas a rezar llorando e implorando a Dios, algunos se desmayaron, otros vomitaron....
Al surfista se le desapareció de inmediato la feroz borrachera y quedó tan traumado que nunca más volvió a pasar solo o acompañado por el famoso “Cerro CHilco” de San Pedro de LLoc.
Luego de estos escalofriantes sucesos y el inevitable rumor que corrió como pólvora por toda la Provincia de Pacasmayo; se supo que efectivamente, en CHepén vivía una anciana madre soltera ya casi sin memoria y en situación de indigencia y locura, cuya desgracia se inició desde que había perdido hacía muchos años atrás a su única hija, una bella joven rubia y blanca, en un fatal accidente de tránsito ocurrido justamente en el “Cerro CHilco”, cuando esta señorita que estudiaba medicina humana en la Universidad Nacional de Trujillo regresaba a su hogar para reunirse con su madre.
Parece ser que esta alma atormentada estuvo muchos años en el lugar de su muerte, tratando de vengar su abrupto deceso, provocando crueles fallecimientos de seres humanos mediante accidentes de tránsito inducidos por el terror que sus apariciones lograban en ellos.
Pero también algunas veces esta alma en pena intentó inútilmente llegar hasta su casa ubicada en  CHepén para reunirse con su madre, mediante los ocasionales choferes solitarios que pasaban por el “Cerro CHilco”.
Desde los últimos e impactantes sucesos de hace 20 años, no se tienen nuevas noticias de la “Gringa del Cerro CHilco”, sin embargo todos los que conocen su historia no se confían y no se atreven a pasar por allí solos o casi solos durante una noche nublada, porque temen perder la vida o la cordura.

Comentario personal:
Durante mi niñez y parte de mi adolescencia, ambas vividas en San Pedro de LLoc; he escuchado muchas historias sobre el fantasma, alma en pena , demonio,..etc, como llaman los sanpedranos a la "Gringa del Cerro CHilco" y he recogido los aspectos más resaltantes de estas historias para plasmarlos en este blog.
Parece ser que con el avance tecnológico, económico y social de la últimas 2 décadas, la imaginación popular  ha disminuído notablemente y ya no se escuchan historias fantásticas que eran enrriquecidas al pasar de boca en boca, de barrio en barrio,de pueblo en pueblo en la población de la Provincia de Pacasmayo.
El desarrollo trae muchos avances científicos pero también mata la imaginación y la creatividad de las nuevas generaciones ya que éstas encuentran muchas facilidades para las tareas y para los juegos, en consecuencia se sumergen en la dependencia tecnológica , lo cual les quita tiempo para la reflexión.
Al margen de que este tipo de historias quizás sean ficciones de pobladores sanpedranos con mucho tiempo de ocio por no tener acceso a las tecnologías modernas de la información y que han asociado accidentes automovilísticos a causas sobrenaturales en este lugar llamado "Cerro CHilco", lo cierto es que estas narraciones populares se están perdiendo y es preciso recogerlas para que puedan ser leídas por las futuras generaciones, ya que a todos nos gustan y seguirán gustando a los que vendrán después de nosotros.

1 comentario:

  1. Quién hasta ahora a sus años que tenga no ha presenciado la existencia de cosas extrañas.

    Que es ateo en no creer en espectros fantasmales es porqué no tiene nada que contar.

    Infinidad de sucesos paranormales que en ocasiones tenemos que experimentar

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